El espectador del tenis siempre sueña con ver en cancha a los mejores tenistas del mundo y por qué no del momento, justamente por eso llenan los estadios para disfrutar de excelentes drives, grandes tiros de revés, transpiración y sobre todas las cosas sentir que los jugadores no se guardan absolutamente nada.
Como suele ser costumbre, la ciudad de Melbourne, Australia, da el lujo de abrir sus puertas para darle la bienvenida tanto a los varones como a las mujeres y luchar por conseguir el primer Grand Slam del año: El Abierto de Australia.
Y vaya comienzo de temporada, porque no sólo los fanáticos de Andy Murray, hoy n° 1 del mundo, lamentaron su eliminación al igual que la de su inminente perseguidor de origen serbio y 2do en el escalafón mundial, Novak Djokovic, sino que la alegría del mundo tenístico festeja ver nuevamente en la final a dos leyendas de los últimos 15 años: Roger Federer y Rafael Nadal.
Sí, el suizo hacía 6 meses que no disputaba un torneo oficial por una lesión y su vuelta en la Copa Hotman puso a más de uno feliz de tenerlo en la pista, más allá de que sea un torneo exhibición, pero lo que jamás se pensó fue que volviera a mostrar su mejor nivel en el país de los canguros,a tal punto de alcanzar una nueva final donde chocará con un viejo conocido: Nadal.
El mallorquín es otra inmensa satisfacción para sus fans y el público en general, ya que no había tenido un 2016 del todo positivo como consecuencia de que se lo veía lejos de aquel luchador inalcanzable que siempre supo ser, pero al igual que el suizo, "Rafa" se contagió de sus ganas, de sentirse identificado con aquel tenista que no había forma de ganarle un punto pese a que lo maten a palo, por asi decirlo, y apareció como en los viejos tiempos.
El domingo, allá por la tarde australiana y el comienzo del día argentino, volverán a verse las caras luego de vencer en semifinales a Stanislas Wawrinka, por el lado de Federer, en cambio Nadal superó a Grigor Dimitrov.
Será el encuentro n° 35 entre ambos, con ventaja española por 23-11. Gane quien gane quizás poco importe porque seguramente se despedirá a ambos con aplausos hasta romperse las manos, no por celebrar al ganador por haber alzado el trofeo sino porque dos grandes del tenis están de vuelta para escribir un capitulo más de sus extraordinarias carreras...
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